Diego Martín Lanis
Jorge Alberto González había ganado las dos últimas olimpíadas de esgrima. Ahora, retirado trataba de mantener su físico algo esmirriado por el paso de los años. Todas las mañanas participaba de los entrenamientos junto a sus discípulos. Su estilo era tan escurridizo como el de las cucarachas .Un día, recibió un estiletazo que lo despertó de pronto. Creyó llegado el momento. Viajó a Europa. Su lugar fue ocupado. No se amilanó. La primera competencia para retirados lo encontró entre los primeros anotados. Revolvió un mueble viejo y la espada no aparecía. Tirada en diagonal estaba la funda. Cuando la levantó cayó una notita. Al abrirla, el sudor se apoderó de él. Sin más, la cerró, la guardó en el bolsillo y a medio vestir como estaba llegó al comedor. Junto cuatro copas, se sirvió y bebió sólo de una .Vale más.