Sebastián, Mauro
El Cairo. Dos de la tarde. Habían terminado de picar algo. Boogie fue el primero que se borró, acordándose de un encargo cuando pidió un “cortado”. Quedaban el Negro, anotando en su libretita; Pereyra, escarbándose los dientes con el borde del mantel; y Ella, siempre de negro, pálida, y de colada como siempre.
Sonó una melodía singular proveniente del bolsillo de la...