Prósperi, Gabriel
Llevábamos ya 11 días de combate, balazo a balazo, de trinchera a trinchera. El calor, la humedad y los olores del barro, la sangre y los cuerpos podridos, hacían el aire insoportable. El suelo de Cerro Corá era una alfombra de muertos y moribundos. Ellos disparaban cada vez menos. Nosotros, cada vez más.
De pronto, se apagaron los tiros y el silencio...