Hinrichsen, Ana
Entre estaciones, vamos apretados como sardinas en lata y él, no sabe que lo escucho.
No lo deseo, pero lo oigo a pesar de que lo suyo es un murmuro casi silencioso: él, habla para sí mismo.
“Vida, te odio -musita- tienes tanto poder sobre mí que no puedo zafar y estoy harto”. Se me erizan los pelos de la nuca. Tampoco puedo zafar.
Al recuperar los cuerpos el movimiento nuevamente,...