Ferraiolo, Nicolás
Cuando descubrimos que el agua en el mundo se estaba terminando y que nuestra civilización iba a desaparecer, ella lloró de miedo, queriendo morir pronto y dignamente. Como buenos ciudadanos, nos importó un bledo el motivo de la lágrima y nos abalanzamos sobre su rostro con violencia; sólo uno (yo), a manotazo de sediento, alcanzó a lamer la invaluable gota.
La lágrima, salada...