Nasello, Patricia
Me recibías amorosa, yo llegaba agria, brusca. Meses que pensé terribles aun cuando de ellos ignoraba su costado más filoso, eran los últimos para nuestra amistad entrañable.
Iba a tu casa en busca de aquella niñez tan felizmente protegida: tu ternura leyendo los Cuentos del Enanito Nito, antes de ir a dar clases, para que no me quedara llorando.
Iba a tu casa para no quedarme...