Beláustegui, Diana
Aquella tarde la vio venir, con su pollera colorida y larga, y su cabello rubio trenzado, no se pudo resistir, atacó a la gitanita, la llevó donde nadie la escuchó gritar y durante un momento la hizo suya. En un intento por defenderse, la niña le arañó la espalda, dejándole gruesas marcas rojizas y antes de caer en un sueño permanente aulló: “dejé mi ponzoña en tu cuerpo,...