Farina, Alicia
Depositó en el suelo las pieles de los animales cazados y se detuvo a escucharlo. Limpió las manos del carbón que las cubría y se detuvo a escucharlo. Galopó sin parar y llegó justo para escucharlo. Detuvo la clase y salió de prisa para escucharlo. Bajó de la pared, frenó el tren, abandonó el volante del taxi, calló las rotativas, acalló el bombardeo, y se detuvo a escucharlo. Cuando el torturador dejó la picana, el torturado calló su grito porque quiso escucharlo. Hasta el mundo se detuvo un instante para escuchar el primer llanto que los convertía en padres.
Buena opinión. Mi opinion es muy similar a la tuya. Aunque pueda parecer publicidad (que lo es en el fondo) te recomiendo que lo envies a http://www.bebenoticias.com