Mancilla, Eduardo
La sintió llegar. Cerró sus ojos y la pudo ver, pero cuando ella habló, aunque no reconoció su voz, supo de quién se trataba, porque la palabra es hembra y el destino macho.
Mancilla, Eduardo
La sintió llegar. Cerró sus ojos y la pudo ver, pero cuando ella habló, aunque no reconoció su voz, supo de quién se trataba, porque la palabra es hembra y el destino macho.