Plazola, Ricardo
A mí me pusieron Diego por Diego. Es decir, un destino marcado. Por mí, encantado. Por mi viejo, más todavía. El había jugado en la primera del club Compañía General, hasta que por trabajar tuvo que dejar. Yo me pasaba la tarde en el patiecito de atrás, con una pelotita de tenis pelada, y pateaba con la derecha y con la izquierda, le apuntaba a los sifones o jugaba a meterla...