Hinrichsen, Ana
Presurosa cruzaba la plaza cuando alcancé al grupo de tres madres que solitariamente hacía su recorrido como todos los jueves. Una de ellas, lloraba. Todavía no sabe nada de su hija que sigue desaparecida junto a cientos de ciudadanos más.
Para entender no alcanza con la racionalidad de un análisis o tener un alma piadosa y buena imaginación. Pero, a veces, está uno, exactamente...