Anónimo
Después de depositar delicadamente dos docenas de dalias donde Diana dormía, Daniel decidió dejarla. Dos dedos delgados, deliciosos, de Diana, descansaban detrás del drapeado dosel.
“Dick dice disparates –discurrió. Duerme, dulce, Diana. Dentro de diez días descubrirás dónde debí dirigirme.
Dolorido, desesperado, Daniel deambuló dejando Detroit.
Diana...