Ferreira, Carlos
La más antigua de las muchas empleadas de Marita Señorans fue la que tomó la decisión. Quería tanto a su patrona. Le dijo a Francisco, su marido, que había que hacerlo para que ña` Marita no se les fuera. Iban recorriendo los campos en el viejo carro tirado por los dos matungos sin nombre, antiguos, descascarados y fieles como ellos mismos.
La pareja se bamboleaba al compás...