Dibujo a lápiz

Savoia, Liliana

Siempre tuve ganas de escribir de vos. Quizás esta sea una excusa para tratar de abrir algún compartimiento de mi mente para encontrarte. ¡Puta! ¡Qué te moriste tan joven, viejo! Y yo con mis catorce años de inconciencia, adolescencia o como carajo se llame.
No tengo fotos tuyas. La abuela en esos arranques de “tanada” recortó tu cabeza de todas las que estabas.
Sólo un dibujo a lápiz que te hicieron en un “piringundín” me quedó como herencia y tal vez. Solo digo tal vez, por ganas que realidad conserve algo de tu carácter.

Padres

Farina, Alicia

Depositó en el suelo las pieles de los animales cazados y se detuvo a escucharlo. Limpió las manos del carbón que las cubría y se detuvo a escucharlo. Galopó sin parar y llegó justo para escucharlo. Detuvo la clase y salió de prisa para escucharlo. Bajó de la pared, frenó el tren, abandonó el volante del taxi, calló las rotativas, acalló el bombardeo, y se detuvo a escucharlo. Cuando el torturador dejó la picana, el torturado calló su grito porque quiso escucharlo. Hasta el mundo se detuvo un instante para escuchar el primer llanto que los convertía en padres.

El gritón

Hinrichsen, Ana

Suena el teléfono y los pequeños niños se pelean por contestar. Después del forcejeo, el varón más grande consigue quedarse con el tubo y contestar. Acto seguido, se lo oye decir como un adulto: “Holaaaa… Bien y ¿vos?… Un libro… Bueno, ahora te doy”, pero cuando deja el aparato sobre la mesita, grita como un trueno: “¡Papáaaaaaaa te llama tu mamitaaaaaa!”.

Consejo de padre

Hinrichsen, Ana

“Hijo”, le dice persuasivo, “Chiquito… ¿Para qué te vas a divorciar?”. “Es menos lío si no lo hacés”.
El hombre suspira y larga: “Total, vos hacé la tuya que ella ni se va a enterar”.

Padre

Bellouh Ardoy, Claudio

Cualquier hombre puede ser padre. Pero no todo padre es hombre. Bastan algunos tragos de ginebra para que cualquiera que presuma de hombre, con dos cachetadas convierta a una mujer en madre. Eso no lo hace padre. Tampoco aquél que sacia sus apetitos sexuales y nada más. Un padre es aquél que siembra con amor la semilla y el fruto obtenido se convierte en objeto de su devoción. Un padre se demuestra en las madrugadas heladas, cuando se dirige a su trabajo. En esas tardes tórridas, cuando se le pega la camisa a la piel y sigue caminando en busca del sustento para los suyos. Ser padre es simplemente predicar con el ejemplo y ser símbolo de probidad.

Mi querido viejo…

Cabrera, Rubén Faustino

Día del Padre. Preparo el asado. Coloco un CD y escucho “Mi viejo”, por Piero. Mala idea. Se me caen las lágrimas: hace veinte años que no está mi viejo. Ni siquiera reparo en que alguien ha abierto la puerta de calle. Una voz grave me dice, a mis espaldas: “Hola, Rubén”. Conmocionado, me doy vuelta lentamente en este domingo en que ya no está mi viejo. “Hola, Rubén”, repite mi suegro. Lo saludo tan efusivamente, que se sorprende un poco. Le sirvo un vaso de vino, me sirvo otro y brindo con él, mi otro querido viejo.

El chanfle

Luri, Sebastián

El chanfle fue preciso, producto de la caricia del empeine interno zurdo del 10. Cuando la pelota sorteo la barrera, el gol era un hecho consumado, pero el momento que la bola besó la red fue incomparable. A pesar del estado de confusión y explosión de ego que vive el goleador cuando convierte, tuvo tiempo de recordarlo. Su momento de gloria, durante la carrera desaforada donde egoístamente ignoró sus compañeros, quiso compartirlo con él, que tanto había luchado para poder cumplirle su sueño de futbolista. Lo señaló, se levantó la camiseta y debajo se pudo leer: PARA VOS, FELIZ DÍA PAPÁ.

Encontrarte

Peña, María Cristina

Entramos al cafecito de siempre, nos sentamos a la mesa de siempre y nos atendió el mozo de siempre. Pediste el cortado mitad y mitad con sacarina y yo un café. Íbamos dos veces a la semana, como dos muchachos y no padre e hija. Nos dispusimos a mirar pasar la vida por el ventanal que daba a la avenida. Comenté que había leído un artículo en el que la novedad era que el Universo tenía finitud. De pronto te transformaste, fuiste joven, vital, arrogante y, con fundamentos, afirmaste que eso no era posible, que el Universo era infinito. Ojalá te hayas equivocado, viejo querido, porque cómo haré para hallarte cuando salga a buscarte en esa infinitud. Si es finito tendré esperanza de que aún, allá, en la última estrella saldrás a mi encuentro y tomaremos otro café.

Así era mi padre

Corallini, Claudia

Siempre elegante, con peinado a la gomina, su bigote fino y prolijo, su traje bien planchado y sus zapatos bien lustrados. Claro, debía estar siempre presentable, ya que cada mañana lo esperaban sus alumnos. Era maestro de una escuela técnica industrial. Siempre muy respetado, admirado y querido.
Te tuve, papá, pero era muy chica cuando te perdí. No alcance a conocerte lo suficiente. Me quedó un vacío en mi corazón. Recuerdo poco tu voz, hablabas lo justo y necesario. No eras muy demostrativo, no recuerdo un te quiero seguido de tus labios.
Pero yo te acepte así, tal cual eras. Reservado, callado. Así te conocí y así te quise. Te extraño papá. Desearía tenerte para demostrarte cuánto te quiero y disfrutarte más. Te amo papá y siempre te recuerdo, FELIZ DÍA.

Día de pesca

Montelpare, Sandra

Venía algo grande, sin dudas. Luisito metió las botas en el agua entusiasmado. Lo ganaba la curiosidad. Dio un último tirón y ya el doradito serpenteaba en el aire. Cuando giró para tirarlo en el balde, el sol le regaló el reflejo de su padre sentado en un tronco viejo oteando el río, ese que se lo había tragado en otro día de pesca.