Sus columnas radiales le dieron gran notoriedad. La prensa porteña acogió con entusiasmo sobre la mitad de la década del 40 sus relatos costumbristas y humorísticos. El gusano loco y Los cuentos del viejo Varela fueron los únicos libros que publicó por decisión propia.
Extremadamente autocrítico quemó muchos de sus originales. La taza de tilo, Ventana a la calle, Cartas de animales, Viaje alrededor de un sofá, Vea amigo, La risa, Los cuentos de Don Claudio Machín, El fogón del viejo Varela y La calle del gato que pesca fueron publicados luego de su muerte, que se produjo en Buenos Aires el 9 de setiembre de 1956.